domingo, 29 de mayo de 2011

Reflexión sobre la enseñanza de la historia en la escuela primaria

Durante mucho tiempo, y con justificada razón, ha existido una crítica muy fuerte a la forma en que se enseña historia en la educación básica: una historia difícil, abu­rrida, con muchas batallas, llena de nom­bres de virreyes y presidentes que cambian frecuentemente
El estudio de la historia contribuye a que los niños superen el presentismo -una forma relativamente simplista de explicar las cosas- que puede causar con­fusiones cuando se enfrentan, ya de adul­tos, a problemas sociales para los que se requiere una explicación. Se pretende que con el estudio de la historia el niño sea capaz de poder explicar los sucesos actuales, como consecuencia de cosas o hechos ya pasados.
La historia tiene un valor formativo que consiste en desarrollar la identidad con los grandes valores de nuestro país que son la defensa de la soberanía, la lucha por la justicia, la formación de instituciones para encauzar los conflictos, lo que nos lleva a reflexionar sobre los grandes conflictos armados y abrir la posibilidad de que siempre existe otro camino que es el de la paz y la legalidad.
El estudio de la historia tiene que promover la solución no violenta de los conflictos sin condenar el pasado, no tiene caso decir: "estuvo mal que tomaran las armas”. Ese es un hecho que suce­dió y el propósito de la enseñanza de la Historia es explicar por qué y cómo suce­dió, no decir si estuvo mal o estuvo bien, sino abrir la posibilidad intelectual de reflexionar acerca de si conviene más otro camino. Es evidente que tiene que haber un camino que permita a los niños transitar de contenidos más simples a nociones más complejas, y esto depende en gran parte de las posibilidades de su desarro­llo intelectual.
Una de las cosas más importantes es que los niños entiendan que vivimos en un mundo que tiene distintos orígenes y que los pueblos han tenido distintos caminos, y por eso son diferentes. Decir que es importante reconocer que lo que ha sucedido a lo largo de la historia ha marcado el rumbo actual de lo que conocemos.